martes, 30 de mayo de 2023
Luz, cámara y recuerdos. Parte 007
martes, 23 de mayo de 2023
Luz, cámara y recuerdos. Parte 6
Avatar (2009)
En medio de mi vorágine mental y emocional, por estar al mismo tiempo empezando mi pequeña productora audiovisual y acompañando a mi esposa con su negocio independiente en un multinivel. Si, ciertamente también fui uno de esos con una chapa de Pierda peso, pregúntame como! y de los que leía Padre Rico y Padre Pobre y repetía “felizmente insatisfecho que si no se trabajaba en tus sueños trabajabas en los de alguien más; finge hasta lograrlo; los exitosos no hacen lo que les gusta sino lo que les conviene... Sin duda a mi yo de 27 años le faltaba mucho por aprender, sobre todo saber la respuesta a la pregunta de que es más importante estar en lo correcto o avanzar?. Solo existía algo en mi en real equilibrio en ese momento, el balance entre la tecnología, lo artificial y la naturaleza y lo palpable.
jueves, 18 de mayo de 2023
Luz, cámara y recuerdos: el top 10 de películas que moldearon mi vida. Parte 5
Parte 2
Llegaba a casa cansado del trabajo el 14 de Noviembre del 2006, esperando lo de siempre hasta hace 5 años, lo que daba por sentado y que hoy tanto extraño, la acostumbrada torta de cumpleaños hecha por mi madre, un par de amigos, cervezas, algo de picar y seguir escuchando en loop el último disco de Gustavo Cerati, Ahí Vamos. Pensaba que de seguro tendría que alistarme rápido para ir a buscar a mi novia Angela a su casa, para poder comenzar la reunión lo más pronto posible, ya que era martes y tocaba trabajar al día siguiente. Para bien y para mal soy un irremediable personaje diurno, eso de ser un animal nocturno no se me da, así que siempre que trasnocho terminó en modo zombie al día siguiente.
Abrí la puerta de la casa de mis padres y de entrada algo parecía extraño; había murciélagos de fieltro colgando del techo como señalando el camino a mi habitación, así que sencillamente los seguí, entre a mi cuarto y allí estaba ella: una hermosa flaca de cabello azabache, ojos redondos casi inocentes, con una sonrisa que mostraba un lindo colmillo que resaltaba y ella encontraba como un defecto, pero para mi el toque perfecto que completaba a uno de los rostros que aún hoy considero, entre los más hermosos que he visto en mi vida.
Ella me esperaba con una gran tarjeta de cumpleaños hecha a mano, con el arte y concepto de la gira mundial de Cerati que en ese momento transcurría en otro país. Dentro del sobre había un pasaje de avión y un ticket de entrada para el concierto en Caracas fechados en diez días. No lo podía creer, tal cual cliché, quedé un minuto con la boca abierta, asimilando que vería finalmente en vivo a quien todavía considero mi artista favorito e inspiración cuando ando en busca de musas para escribir poesías o mis historias. Caí en cuenta además que sería mi primer viaje en avión (ignoraba que sería el primero de muchos) y que estaba programado para tomarlo al salir del trabajo, pues, en ese entonces a dos años de salir de la universidad y trabajar en mi carrera, como postproductor audiovisual, era lo que llaman un orgulloso (y estúpido) workaholic, así que no me podía permitir por nada del mundo faltar al trabajo, mucho me faltaba aprender que no tenia caso, todos podíamos ser reemplazados y uno no cambia el trabajo o los jefes sino de trabajo y de jefe. Ningún sueldo vale la paz.
El resto de ese martes más que terminar de quedar aún más locamente enamorado de Angela no recuerdo nada. Los siguientes días hasta llegar al ansiado viernes 24, se pasaron entre la relatividad de eternos y a veces rápidos, con ansiedad en ascenso, poco dormir, miedo a agarrar alguna gripe o caerme y enyesarme, y claro, intercalando en el trabajo los discos de Soda Stereo y Gustavo Cerati solista con mensajes de textos, de “Gracias Totales, Te amo, mi amor”. Sentado en el avión me sentía en mi mente en primera clase, junto a mi ahora colega Ignacio quien fue el cómplice de tamaña sorpresa; nos íbamos de Maracaibo rumbo a Caracas , donde nos aguardaba Humberto que se había ido a vivir con su familia de Capital para trabajar allá.
Sentía la emoción de un niño suelto en juguetería antes de Navidad sin límites en la lista; con tantas primeras veces en simultáneo: la primera sensación de viajar por aire detonó ganas de hacerlo más allá de mis fronteras, mi primer concierto de Cerati… el primero de varios pensé equivocado, ignorando el destino que le esperaba al cantante años después. Definitivamente solo tenemos el presente, el pasado ya se fue, y el futuro, son unos dados con lo que Dios está jugando.
Sin olvidar la primera vez que recibía tan grande y hermosa muestra de afecto de una persona que yo amaba de la misma manera de vuelta. Era DiCaprio en el Titanic, literalmente the king of the world. Levitaba más allá de los propulsores y las alas del avión, y como cerraba una película de ese mismo 2006, en la voz de WIll Smith: “Esta parte de mi vida... ¿Esta parte justo aquí? Esto se llama "felicidad".
El concierto estaba por terminar cuando la letra de una canción impactó contra mi musa más certera. Podía cerrar los ojos e imaginarme en un cine escuchando a la canción Médium como la música de los créditos finales de la película en que se convertiría algún día la historia que estaba escribiendo desde hace 3 años y que aún hoy revolotea entre mis metas por cumplir. El amor mas allá de los cuerpos, almas trashumantes que como imanes y metales se buscan hasta fusionarse, después de la muerte dejando rastros, recuerdos y mucho aprendizaje.
Todo terminó con una “Gracias por venir” en su Puente. Con Cerati tome el hábito de agradecer, del Gracias Totales, de escuchar su música cuando me siento a escribir y a entender de que somos los que nos gusta, lo que nos apasiona y hacemos. Volvimos a casa de Humberto y mas allá del agotamiento nuestra emoción nos mantuvo despiertos hasta el día siguiente cuando tocaba tomar otro avión de regreso. Un retorno en el que volví sereno, agradecido y enamorado, de Angela por tanto amor, de Cerati por tanto talento, de Nolan por sus historias que me inspiran a tener las mías, ya que su obra es como un reloj de horas y conceptos:
Following sobre el engaño, Memento sobre los recuerdos, como Insomnia de la culpa, Batman Begins de los miedos, The Prestige la obsesión, The Dark Knight el caos, Inception los sueños, The Dark Knight Rises el dolor, Interstellar el amor, Dunkirk la supervivencia, Tenet lo cíclico y Oppenheimer el genio y su tormento (el genio que sale de la botella y antes de volver a entrar quizás pueda romperla) Doce películas, doce horas, el tiempo y su relatividad. Conceptos conectados en lo que nos hace actuar como humanos: pensamientos y sentimientos entrelazados, contradictorios, saboteando y ayudándonos.
Así analizando las obras de esos dos genios de las artes que más disfruto regrese a Maracaibo. Humberto nos contó a los días que ese fin de semana del concierto intentó entrar con su novia a una discoteca exclusiva, le habían negado el acceso pero había visto a Cerati que apenas había entrado y le juro al seguridad que el había venido con el cantante, y tal cual un milagro del Dios Música, Cerati escucho, sonrió y dijo “el pibe viene conmigo”, luego con un gesto se despidió de mi amigo y siguió en lo suyo pero le regalo una épica anécdota a su fan. Yo por mi parte llegue loco a terminar la historia de Existencias Ajenas y a viajar con Ángela a un pueblo hermoso llamado La Puerta en Venezuela, para proponerle matrimonio a quien sería mi esposa.
Próximamente continuará el viaje con una vuelta a Pandora
martes, 9 de mayo de 2023
Luz, cámara y recuerdos: el top 10 de películas que moldearon mi vida. Parte 4
La película de Peter Jackson de entrada con un prólogo épico en todo el sentido de la palabra, me atrapo, es lo que yo llamo un film con magia dentro y fuera de la pantalla, un clásico instantáneo, pues hay películas entretenidas, buenas o excelentes, pero obras maestras hay pocas y La Comunidad del Anillo lo es. Fue un privilegio poder disfrutar por primera vez en una sala de cine esa amalgama entre un buen guión, elecciones de casting que calzan como guantes, banda sonora y puesta en escena magistral, sin margen de error, y ni hablar de algo novedoso a principio de este siglo, el uso a ese nivel de la colorización. Colores vibrantes, con un brillo que casi difuminaba la nitidez de la imagen, lograban su cometido, hacerte sentir en una Tierra Media, en un lugar donde existían los elfos, enanos, magos y hombres, y tal cual A New Hope, Alien o Blade Runner, que empleaban el ”futuro gastado” el Señor de los Anillos se sentía como un lugar fantástico que no parece nuevo o falso, un universo donde generaciones han transitado, sudado y luchado.
Fue la primera vez que compraba libros por gusto y con ansiedad de terminarlos, antes eran los clásicos que asignaban en el colegio y me traían mis padres, y si, muchos me llegaron a gustar, como los de Garcia Marques, Sabato o Quiroga, pero esto fue otra cosa. Logre adquirir una versión de colección que unía la trilogía del Señor de los Anillos como quería publicarla originalmente el autor, en un solo libro que incluia un diccionario para las lenguas de las distintas razas, glosario, ilustraciones de Alan Lee y mapas. Como si fuese ayer, siento la sorpresa y suspiro al final de la primera parte de las Dos Torres, Sam golpeando las puertas luego de no poder hacer nada cuando se llevaban unos Orcos a Frodo, por qué él equivocadamente lo dejó al creerlo muerto. Me sentí como un idiota por burlarme antes de mi amigo Humberto, quien era fan de Harry Potter, para mi , eran “cosas de niños”; en (realidad fue la inseguridad de cuando te importa mucho lo que digan los demás de tus gustos, pues lo que criticamos o de lo que nos burlamos, muchas veces es un reflejo de complejos e inseguridades) me tocaba comerme mis palabras y las paginas de J.K Rowling.
Cada novela de fantasía que me devoraba junto a mi primo Alex durante el año siguiente fue casi como un analgésico para transitar aquel 2002; nos lanzábamos entre sí libros, tomando turnos capítulo a capítulo, y así, leímos juntos el libro Harry Potter y el Caliz de Fuego, de un mueble a otro donde nos recostábamos en la sala de mi casa en aquel año denso y doloroso para todo venezolano, al ser el año que marcó el inicio del fin de 40 años de democracia. Hace 10 años, en 1992 un militar llamado Hugo Chávez había intentado dar un golpe de estado, pero fracasó, estuvo en prisión y luego, gracias a una jugada política de esas típicas, absurdas y que condenan a los ciudadanos en Latinoamérica, fue indultado, así que allí estábamos una década después con Chávez como presidente, y mucha gente con el sabio mal presentimiento que nada iba a terminar bien.