La emboscada estaba lista, cuando una niña de ojos negros y redondos, disfrazó un agujero inmenso con una manta agujereada, cubierta con hojas secas y amarillas, en el rincón más recóndito de un bosque exiliado de los cuentos de hadas, rico en aire áspero y árboles de brazos amputados, pero en esa tarde en contraste no había nubes con tonos grisáceos, no le antojaba lo tenebroso a tan lúgubre escenario.
- Gaviota, gaviota, ven que la merienda se te enfría (repetía con malicia Coni, cazadora incansable de águilas y lo real en fantasías)
Justo después de arrancarle la aguja a su brújula, Coni colocó sobre la trampa la carnada, se trataba de un oruga que imploraba ser capullo, con la condición de convertirse en una mariposa esclava, pero más pudo, las ganas de tener como mascota a una gaviota; lástima, pensó de inmediato la niña con sonrisa de estrella por la mañana, cuando su presa cayó tras aterrizar en una pequeña sabana.
Sus alas sorprendidas no se agitaban a diferencia de otras tornasoladas, y es que para su sorpresa, el señuelo cumplió su trabajo pero sin ser alimento, ya que escapó luego, como una mariposa que dejó de arrastrarse para volar en ráfagas.
- Tengo que tener esa mariposa, qué fácil le ganó a mi gaviota (la niña quedó boquiabierta, mientras observaba al águila que creía gaviota, todavía atrapada con retazos de tela blanca, en lo profundo de una excavación de dedos pequeños sin picos ni palas)
Dos osos con insomnio vieron perplejos a una pequeña exploradora correr, con la inocencia de que nunca conspiraría contra ella. Sus pies, al cambiar de lugar la punta de las flechas, ir hacia adelante era el norte de la parte posterior a su cabeza.
- Yo no se nadar… Parada sobre el agua las leyes de gravedad tomaron vacaciones de verano, pues sin ser hielo nunca se hundió su cuerpo; alivio inusitado, cuando sin preverlo se detuvo al dejar atrás la orilla de un arroyo. La mariposa no se cansaba de ser bromista y de revolotear justo a la mitad de aquel suelo acuoso, pero sus bromas la hicieron a ella víctima, por descuidada Coni pudo atraparla.
- Te lo dije, porque por las buenas no me acompañas… (aseguraba la picara chica antes de que la invadiera una letal tristeza, la mariposa tenía las alas rotas, porque ella, la había inmovilizado con una fuerza no propia para sus diminutas manos, cuyas palmas sin rayas mostraban vergüenza)
-Por fa cambia de color mariposa, y dejaré que te vayas libre a otro lado.
Las partículas que conformaban el vaivén que ella pisaba, ascendían como lágrimas que regresan a una melancólica mirada, alimento para nubes enfermas de glotonería, eran cada una de las gotas que se elevaban junto a Coni y una mariposa adormecida. La pequeña atravesó el techo de algodón como cruzando una pared que separaba dos cuartos, y dejó de subir para comenzar a caer hasta sumergirse en un océano sin islas prestas a naufragios. Antes del segundo en que tocaría la tierra de sirenas, la mitad de un hombre emergió de la arena que en el fondo se mantiene seca, él gritó y muchas burbujas se conjugaron en solo una, la cual le abrió sus puertas, esas que se despidieron de su transparencia con una tonta excusa, jugar a lucir desde afuera como una luna llena, y en consecuencia, Coni sobrevolaba junto a su nueva mascota en coma por ahora el fastuoso mar, iluminando como un faro a barcos extraviados a punto de encallar; pero cuatro fantásticas bestias de lo más horrendas lanzaron contra ellas una lanza que no jugaría a la inversa, esta vez, las cosas seguirían el orden de la naturaleza, y luego de que estallara una esfera, la niña exploradora y su mariposa tendría que descender no hacía un bosque, sino directo a los que esconde una selva que si cree en el pánico de noche.
- Jajajajajajajajaja, creo que no solo hemos atrapado la cena sino un buen molde para una muñeca de cera (gruñía una de las criaturas que había capturado a la niña, sus palabras viajaban en un hedor putrefacto, pero Coni nunca reflejo miedo, lo cual no la hacía lucir del todo inofensiva)
- Ustedes suenan como columpios oxidados (ella comenzó a palpar con travesura los ojos gelatinosos de quien la sujetaba haciendo muecas inexpertas) ¿saben que parecen?, ¿a que no adivinan?.... ¿no?, huelen a montaña rusa.
El rechinar de uno de los brazos enmarañados de aquellos villanos al descubierto, desencadenaron una avalancha de infantiles carcajadas, contagiosas al extremo, de incluir en la burla a los otros monstruos, luego furiosos, por quedar como un cuarteto de tontos que aspiran provocar sustos. Alguien salió de unos matorrales que antes bien pudieron no haber existido, se trataba de un chico que empujó a los captores poco amenazantes, averiando cada uno de los dispositivos que le daban vida a varios mecanismos.
- No tienes que agradecerme, da igual ser débil o héroe, son tan patéticos, tienen desde hace mucho esos trajes de animales parlantes y pretenden no hacerles mantenimiento, son solo huesos(alguien le dijo al oído a Coni)
Ella no podía ver sus ojos pues él tenía unos lentes negros y cuadrados, y además, su piel y cabellos estaban untados en barro, algunos pedazos limpios bien pudieron mostrar carne, pero por el contrario, era una suerte de vidrio. Ambos niños se destornillaron de la risa, viendo dos pares de cráneos hacerlo literalmente del resto de su esqueleto, cayendo al desmembrarse sus disfraces, los cuales, no eran más ni menos que pieles artificiales con articulaciones de falso acero inoxidable, corroídas a falta de grasa y sus voces eran grabaciones de un disco rayado, que repetía en breves lapsos frases espeluznantes como “de esta no te salvas, de, de, de, de esta no te, no te, de esta no te salvas”, al unísono en algunos engranajes, rodaban dirigiéndose hacia un torbellino de arena a relativo espacio de distancia.
- ¿ Y tú cómo te llamas?, mi nombre es Coni y esta es mi mascota, era una oruga pero ahora es una gaviota (el niño embestido en lodo sonreía al ver a la aporreada mariposa)
- Soy incógnito, un amigo imaginario desempleado, hace un rato estaba ayudando a un detective a hacer un retrato hablado, la historia es larga, pero en resumen tuve que renunciar a mi último trabajo, fue lo más lógico, siete de mis compañeros de trabajo no dejaron ni rastro, pero ese niño… no puede ser tan malo después de haberme dado un regalo (abrió la mano y el chico de lentes cuadrados le mostró a Coni un avión de aluminio arrugado demasiado) hay que ser precavido, nunca se tiene demasiado cuidado con los extraños.
- No quiero ser una mirona quitadora, eso es casi tan malo como ser una dadora pedidora, o recibidora devolvedora, pero… sería mucho pedir si me dejas romper tu avión, es para una buena causa (Incógnito se apiadó de la pequeña y le cedió el obsequió del niño desaparecedor)
El avión de papel plateado regresó a su estado natural antes de ser roto en pedazos, y así, los fragmentos que fueron fuselaje blindaron las alas rotas de la mariposa en coma por ahora. Sorpresa de esas que no lo son en esencia, pues se esperan, traslució del rostro rosa de nuestra cazadora, al tiempo en que su gaviota, dejó de ver las manos de Coni como una cama solitaria de hospital, para sacarle provecho a una plataforma de despegue potencial.
- Coni eres tremenda enfermera, pero te falta prudencia, requisito indispensable para ganarte como yo la merienda, mira, no hay advertencias luminosas, pero donde vuela tu gaviota, es una cortina de tierra de lo más embaucadora (el torbellino de arena que se tragó algunas de las piezas de las calaveras recubiertas, succionó sin condescendencia a la mariposa en plena recuperación)- no quiero rendir más declaraciones por desapariciones.
Las alas de la damisela aérea eligieron un color y dieron fin a su vistoso tornasol, un verde esmeralda se apreciaba a través de cada grano de polvo que se agitaba, y a Coni, la sedujo una esperanza, sin temor ni valentía, solo instinto de poder ser amiga de una gaviota sana y salva. En el interior de un ciclón con hastió a ser peligroso, cada movimiento se mantenía en cautiverio, tanto la pequeña y su compañero incógnito, emulaban a las alas entablillabas con aluminio que se detuvieron, pero uno del trío, perdió sus facciones sin ansias a ser anónimo, fango seco que se volvía giratorio y el niño imaginario, invisible e ileso, atravesó el ciclón para colocarse sus lentes cuadrados y negros de nuevo.
- Es un reloj de manecillas rotas y números gastados, allí tiene quietud el ahora, y si me acompañas se prolonga tu pasado, no creas que soy sabio, solo repito lo que talló un quien diría en este árbol amputado(confesó Incógnito cerca de restos de pacíficos esqueletos, señalando una placa vegetal, donde unas palabras indicaban la manera adecuada, de usar aquella tormenta de arena) - sabes que por pequeño no se me permite serlo, sabio me refiero, uhmm… (un risa infecta de sarcasmo, le regaló Incógnito a la arqueóloga, que compartía sus pensamientos dichos en silencio) - y si sigues caminando con tu ruta contradictoria, el futuro es de cada uno de tus planes, el reverso (parte de la cara de Coni salió al otro extremo de la arena que rotaba, sus gestos eran viejos y un próximo regreso se avecinaba) así que solo te queda el techo, sí te fijas es como un ojo de viento, es la única vía que las instrucciones nunca explican, sí me lo preguntas, siempre es algo bueno.
La gaviota la incitó a emprender el vuelo, ambas juntas en suspiros huracanados, al ritmo de giros que poco a poco las iban fusionando, en ausencia de ambición al turbulento tornasol, brotaban de la espalda de que aquella niña de mejillas coloradas alas de color esmeralda, y así, sencillo para las dos, pero complicado para osos con ojos rojos, surcaron una vez más la barricadas de algodón, siendo deleite a curiosos.