martes, 25 de abril de 2023

Luz, cámara y recuerdos: el top 10 de películas que moldearon mi vida. Parte 2


Primera Parte


Pulp Fiction (1994)

Soy hijo único, nací prematuro, con problemas ortopédicos, asma y era el gordito del salón (en un tiempo donde normalmente había solo uno o dos por aula y era lo típico hacer todo un tema por el peso ajeno)  así que estaba lejos de ser un niño cool o popular, definitivamente mi salvación fue la llegada de mi primo Alex cuando recién iniciaba en secundaria. Él vino a vivir con nosotros ya que en su ciudad no había una buena universidad, así que fue una mezcla nutritiva y contradictoria, ir al colegio compartir con niños de mi edad y los fines de semana, jugar a la adaptación y ser un joven precoz entre sus amigos.  Ayudaba mucho que siempre había en su grupo buena actitud. 


    Era 1995 y los cds de música tenían tiempo disponibles en las discotiendas pero mis ahorros de mesada ni los de Alex, todavía alcanzaban para eso, mas si para cassettes, cintas vírgenes de vhs e idas semanales a cualquiera de los videoclubs a los que estábamos afiliados, sin llegar a mis niveles casi obsesivos él compartía conmigo el disfrutar sentarse y ver con completa atención una película. Cada carnet para alquilar servía para un gusto o estilo distinto: el club para lo últimos estrenos, recién salidos del horno (algunos de dudosa procedencia), aquel para cine internacional más allá de Hollywood,  otro donde  poder encontrar Anime o cine de culto, raro, tabú o prohibido, lo casi imposible de conseguir; y obviamente la vieja confiable, Blockbuster. Era la prehistoria antes del Internet en cada casa, años luz de ese que no requería ocupar la línea de teléfono y con la posibilidad de descargar o ver en línea lo que quieras. 



Convertidos en el Indiana Jones de las Arcas Perdidas del escape y la inspiración, y es que así como el ocio y el vicio se caen a besos, el entretenimiento que escogemos delata mucho de lo verdadero en cada uno. Como bien decía Robb en High Fidelity "las series, películas, libros y discos es lo que realmente importa, es lo que te gusta, no cómo eres", es la verdad, lo que nos apasiona y a la que le dedicamos tiempo dice mucho y como un imán atrae o repele a personas y pensamientos. La eterna búsqueda de la nueva película favorita, esa para discutir casi en soliloquio en el recreo con mis compañeros de clase o los viernes con los amigos de Alex, me llevó a tener en mis manos a la caratula vacía, con la foto de Uma Thurman fumando Red Apples detrás del título Tiempos Violentos. 



Disfrutaba como ritual recorrer los pasillos de los videoclubs y ojear cómo vez primera las cajas de cartón de las cintas de vhs; existía un club llamado Video Roxy en donde más me sentía a gusto y sin presión para tomarme mi tiempo y elegir dos o tres películas para el fin de semana. El dueño era un jovial señor que decidió invertir su jubilación en ese negocio, se llamaba Armando, lamentablemente murió 20 años después de ese momento y tanto aprecio le tome que asistí a su funeral. El recuerdo recurrente que tengo de Armando es cuando conversábamos en Septiembre del  2001 frente a la caja registradora mientras le pagaba y vimos en la televisión de su local a un avión impactar contra las Torres Gemelas de New York; no lo podíamos creer, idiotas pensábamos que era el trailer de una película. 


    El decoraba su negocio con caratulas agrandadas que colgaban del techo, recuerdo en especial la de Darkman y Army of Darkness de Sam Raimi, con ese estilo de ilustración de serie B que me encantaba. Justo en ese lugar estaba la obra maestra de Quentin Tarantino, Pulp Fiction. Como una licuadora dentro de mi cabeza el Disco Sueño Stereo de Soda, los Cuentos Grotescos de Pocaterra, los Power Rangers y Chandler Bing le hicieron lugar a semejante inyección de adrenalina a la mente y el alma. Pumpkin y Honey Bunny se daban un beso antes de sacar sus pistolas y robar una cafetería. Asciendia el título en color amarillo con contornos naranja  al ritmo de Dick Dale & The Del Tones "Misirlou Recuerdo despegarme de la pantalla para ver a Alex y él hacía lo mismo conmigo, nos vimos y sin decir nada nos dábamos un festín con lo que había sido un clásico instantáneo el año anterior pero nosotros recién descubríamos.

 
    No conocía al John Travolta de Grease o al de Brian De Palma, sino al de Mira quién Habla, así que fue toda una vuelta de tuerca ser testigo de su Vincent Vega, lo mismo ocurrió al olvidarme sin esfuerzo de John McClane y sencillamente sentir la tensión de no saber cómo saldría Bruce Willis de semejante embrollo. Magia maquiavélica como rayo atrapado en una botella, era la vida que se sentía en ese film, vida que contagia, la vacuna al mas de lo mismo. Una historia contada en capítulos sin orden cronológico, un falso versículo de Ezequiel que memorizar en inglés contagiado con la voz de Samuel L Jackson y la reflexión de Mia Wallace sobre los silencios incómodos, lo innecesario de hablar por hablar cuando no estamos solos y la fortuna cuando encuentras a esa persona con la que puedes solo disfrutar el silencio entre miradas y una cereza en los labios de la mujer que sabes que no debes pero igual deseas.  

        Me convertí en un adicto a verla una y otra vez y como quien degusta una taza de café en el punto exacto de temperatura, cuerpo y amargor, así tal cual quería volver a vivir la experiencia. Luego de una búsqueda larga e  infructuosa por los videoclubs de Maracaibo de la ópera prima de Tarantino,  y no tener suficiente con obras similares como los Sospechosos Habituales, cazaba con el grabador de vhs encendido los canales de cable esperando tener suerte, y de milagro casi a medianoche, antes de una pelicula prohibida de Shanon Tweed tal vez transmitieran Reservoir Dogs o True Romance (cosa que no ocurrió hasta pasados 3 años)



    Después de ese momento, lo que comenzó con Tim Burton, fue a otro nivel, no era más el actor la estrella o el único artífice de ese efecto en mi luego de ver una película, ahora era el momento de prestar atención y respeto a la figura del Director,  en consecuencia antes de estudiar para un examen o hacer alguna tarea podía sacar  20 de 20 en Seven de David Fincher, Ed Wood de Burton o The Omen de Richard Donner. De a poco junto a mis cassettes de cromo con grabaciones piratas de Fin del Cuento de Sentimiento Muerto y el Album Negro de Metallica, estaban mi videoteca de VHS. Sentado con dos reproductores para grabar las cintas alquiladas a video cassettes vírgenes, esperaba en cualquier momento que el FBI derribara la puerta.




    Gracias a Quentin Tarantino aprendí que la mejor forma de estudiar cine era viéndolo, y en el caso de su filmografía era estudiar de los apuntes del mejor estudiante. El poder de una canción al ritmo o yuxtaposición de las imágenes, el lenguaje del color, el poder de los diálogos, la narrativa no lineal y tantos guiños a obras de otros creadores que tocaba ahora estudiar. Como fue el trabajo del maestro Martin Scorsese, de quien junto a Francis Ford Coppola con su obra maestra The Godfather  y Michael Mann con The Heat, que no me cansaba  (ni aun lo hago) de disfrutar de películas como Goodfellas, The Departed o Wolf of Wall Street como si se tratara de un disco de Gustavo Cerati, al punto que era un quinceañero con la película Casino original en su estuche doble de VHS, amante de esas creaciones ajenas que inspiran las propias, y es por eso que a diferencia de lo que quien me conoce piensa, mi género favorito no son las adaptaciones de cómics ni la ciencia ficcion o fantasia, sino las películas de gangsters. 


 
    Así pasaron los años, de estreno a estreno Tarantinesco, desde la Novia ensangrentada en búsqueda de Bill, pasando por el Coronel Hans Landa y sus escalofriantes diálogos, sin olvidar la sabiduría en la grandiosa Django con eso de que hay que saber perder pero sobre todo saber ganar, porque nunca se sabe cuando uno está abusando de su suerte y puede venir alguien a darnos un tiro cuando nos estrecha obligado la mano. Un viaje de cinefilia hasta la expectativa antes de ver Once Upon a Time in Hollywood ahora viviendo en Argentina durante el concierto Reservoir Songs una banda tributo al cineasta en el 2019.

    Cerraba los ojos luego de un sorbo de Cerveza Patagonia y volvía mentalmente a la habitación que deje atrás en Venezuela, decorada con el afiche original de Pulp Fiction enmarcado en negro(que tuve que dejar a falta de espacio en la maleta) al final como al principio hechizado con Uma Thurman y su cigarrillo. Recordaba a Alex y caía en cuenta de lo mucho que nos habíamos distanciado casi pasadas 3 décadas de aquellos tiempos violentos; el ahora vivía con su esposa e hijos en Canadá y yo reflexionaba en si dejar de esperar que el diera el primer paso y ser yo quien retomara el contacto. Ignorando por completo lo que se venia a nivel mundial en materia de proximidad humana. Seguía sondando Bring a Little Lovin' un cover de los Bravos interpretado por la banda Argentina que veía en vivo y que hacia un genial tributo a los Soundtrack de la filmografía de Tarantino. En minutos terminaría el recital y ellos me concederían una entrevista para mi podcast cinéfilo Todocinefansradio


Continua con un viaje de vuelta a una galaxia muy lejana

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