Como ya lo he mencionado durante toda esta travesía a través de recuerdos y películas, hay géneros, actores y directores favoritos, incluso existen esos placeres culposos películas tan malas que son buenas o sencillamente producciones que fueron casi que hechas solo para ti y quien la hizo, pero hay un espacio especial para las películas de culto a nivel personal, esas que trascienden el tiempo y con sus escenas marcan en ti una huella sin importar si son para el resto buenas, clásicos u obras maestras, da igual, logran su cometido contigo.
Son películas con las que creces y de las que aprendes, como me pasa con Devil 's Advocate y la mayoría de las escenas de Al Pacino: “No importa lo bueno que seas, nunca dejes que te vean venir. Tienes que mantenerte pequeño. Inocuo. Sé el pequeño”. ¿Cuánto de mi filosofía de vida fue moldeada por ese diálogo?, muchísima. Su monólogo sobre las contradicciones entre Dios y sus reglas y ni hablar de la advertencia detrás de su confesión sobre la vanidad, cuidado con el pecado favorito del Diablo.
Historias hechas a la medida, personajes que se vuelven amigos y hasta familia, y como tal los aceptas con sus defectos, como Donnie Darko o los Boondock Saints. De esa manera así como es fácil hablar de la genialidad y versatilidad de Christian Bale, Emma Stone o Leonardo DiCaprio, o la maestría de Ridley Scott, Nolan o Tarantino, hay actores que son un genero en si mismos como Nicolas Cage o Meryl Streep, y entre esos artistas que quizás no sea la opción más obvia existe uno que ha crecido conmigo y del cual a pesar que he aprendido con sus papeles, no mucho lo menciono, porque es un puerto seguro que prefiero guardar para mi(hasta ahora) y no es otro que Ethan Hawke.
Ethan Hawke es un actor que conocí antes de los diez años viendo por televisión una de las películas más determinantes en mi vida como hijo de maestros: Dead Poet Society(1989) un film en el que el actor interpretaba a uno de los estudiantes del elocuente y gracioso maestro Keating, interpretado por Robin Williams quien con su carisma y talento inmensurable nos regalaba línea con calidez y honestidad palpable: “no leemos y escribimos poesía porque es bonita, leemos y escribimos poesía porque pertenecemos a la raza humana y la raza humana está llena de pasión. El derecho, comercio e ingeniería son carreras nobles y necesarias para dignificar la vida pero la poesía, la belleza y el romanticismo, son las cosas que nos mantienen vivos”. Similar afirmación hecha por Hawke décadas después en su Ted Talk: “el arte no es un lujo, sino un soporte vital, un sustento. Lo necesitamos. Ahora bien, ¿qué es? La creatividad humana es la manifestación de la naturaleza en nosotros”.
Si bien el personaje de Robin Williams en esa película era la idealización de la figura del profesor, distante de su interpretación de psicólogo guia en Good Will Hunting en la que con humilde simpleza le explicaba al personaje de Matt Damon, que la complejidad de la vida nunca podría explicarse en un libro sino solo al vivirla con todos los riesgos que ello implica. Ni hablar de Jack Black en School of Rock, Mads Mikkelsen en Another Round o Paul Giamatti en Holdovers (todas películas grandiosas y de culto) profesores que se redescubren y encuentran la chispa de una vocación marchita. Es en esa inocencia de los poetas muertos que perdi la verguenza en equivocarme o no ser genial al crear lo que fuese, en parecer cursi por escribir poesía y entusiasmarme cuando una idea germinaba en mi cabeza; yo fui el personaje de Ethan Hawke perdiendo el miedo y atreviendome a hacer el ridículo o fracasar espectacularmente, pues solo así se puede llegar a tener éxito.
Innegablemente lo que más te puede dejar entre fracasos y ridículo es enamorarse, y ahí estaba de nuevo Ethan con Before Sunrise (1995) una de las peliculas, parte de una trilogía (Before Trilogy 1995/2004/2013) que pasa de lo juvenil a lo adulto, inevitable y agridulce. Un americano en un tren a Viena conoce a una cautivadora Julie Delpy y juntos comparten una noche de romance bohemio con la promesa de encuentro, el cual, descubrimos 9 años después que no ocurrió hasta la siguiente película. Como confiesa su personaje que es escritor y había convertido dicho encuentro en un best seller, con un final abierto para optimistas con fe a un regreso y pesimistas con la certeza que sería mejor la remembranza que la inevitable separación.
Para mi en el año 2003 como fan optimista de esa primera película desconociendo la resolución en Before Sunset, la secuela del 2004, me enamore de una chica y después de un breve amorío, seguí alimentando un regreso, que eventualmente pasó y terminó convirtiéndose en matrimonio, pero como Jesse y Celine en el cierre del 2013 Before Midnight, el amor con los años no siempre es suficiente, no siempre prevalece, y no es tragedia, es realidad, no se trata de reproches, son los riesgos de los que hablaba el gran Robin Williams cuando Will le preguntaba si no se arrepentía de no haber asistido a un legendario juego de béisbol para enamorarse y luego sufrir por la enfermedad y muerte de su esposa, a lo que contesto que no, a pesar de los momentos malos o sus gases nocturnos, todo valía la pena, todo era parte de la vida y la belleza de vivirla.
En Before Sunrise Jesse le explica y cuestiona a Celine su teoría sobre las almas y como teniendo en cuenta como la población mundial ha crecido exponencialmente, como podría ser factible todo aquello de las almas eternas y antiguas que reencarnan, “¿si cada vez hay más gente, son las mismas almas o están fragmentadas”. Es increíble que justo ahora que vuelvo a ver la película para escribir este capítulo me doy cuenta que esa escena inspiró en mí una historia que escribí durante años y aún revolotea en mi cabeza, la del amor entre Existencias Ajenas, pues así es el arte, la creación ajena que inspira la propia.
Una historia de amor a través de las décadas que en su cierre (Before Midnight) causó un cierto desagrado en mi ex novia Beth (mi primera relación post divorcio) al verla con ella. Obviamente era más atrayente y entretenido ver a dos jóvenes enamorarse durante una velada romántica en Viena, o dos viejos amores reencontrarse casi 10 años después en París, para disfrutar una lectura de un libro o escuchar una canción, paginas y música inspiradas en su primer encuentro; que ver a un matrimonio con hijos en Grecia discutir e intentar limar sus asperezas. Pero para mi era lo real, no más idealización.